domingo, 20 de mayo de 2012

VITAMINAS PARA DESPERTAR 3


Una amorosa abuela trajo a su nieto a Mahatma Gandhi, aquella tarde de su cotidiano diálogo con el pueblo. El niño tenía un apetito insaciable por el azúcar, lo cual estaba poniendo en peligro su salud.
-Por favor- le suplicó la anciana-, dígale a mi nieto que deje de comer azúcar, estoy segura de que él lo respeta mucho, y sé que escuchará y obedecerá lo que usted le indique.
De inmediato y sin pensarlo dos veces, Gandhi les pidió que se marcharan y que regresaran en cuatro días.
Cumplido ese plazo, regresaron la abuela y su nieto. Y Gandhi, mirando a los ojos al pequeño, le dijo con autoridad: “deja de comer azúcar, estás hiriendo tu cuerpo”.
Después de un breve silencio, sintiéndose reconfortada por la fe que infundía el sabio, la anciana le dijo a Gandhi:

Maestro, ¿por qué nos pediste esperar cuatro días, si esta misma preciosa arenga pudo haberla expresado aquella tarde? Y Gandhi respondio: Señora, entérese de que hace solo cuatro días yo estaba comiendo azúcar a rabiar, y entonces no podía hablarle con autoridad a su nieto.  Ahora sí puedo porque hace cuatro días dejé de comer azúcar. ¡!



- Durante seis años busqué la iluminación - dijo el discípulo -. Siento que estoy cerca y quiero saber cómo he de dar el siguiente paso. Un hombre que sabe buscar a Dios, sabe también cuidar de sí mismo.

- ¿Cómo te mantienes? - preguntó el maestro.

- Ése es un detalle sin importancia. Mis padres son ricos y me ayudan en mi búsqueda espiritual. Gracias a ello puedo dedicarme por entero a las cosas sagradas.

-Muy bien - dijo el maestro - entonces te explicaré el siguiente paso: mira al sol durante medio minuto.

El discípulo obedeció. A continuación, el maestro le pidió que describiese el paisaje a su alrededor

- No puedo hacerlo. El brillo del sol me ha deslumbrado.

- Un hombre que mantiene los ojos fijos en el sol, termina ciego. Un hombre que sólo busca la Luz y deja sus responsabilidades en manos de los demás, jamás encontrará lo que busca - comentó el maestro.



Una vez Satanás, que hablaba con un hombre, dijo:

- ¿Qué pides a cambio de tu alma?

-  Exijo riquezas, posesiones, honores... también juventud, poder, fuerza... exijo
sabiduría, genio...  renombre, fama, gloria... placeres y amores... ¿Me darás todo eso?

- No te daré nada

- Entonces no te daré mi alma.

- Tu alma ya es mía.





Un discípulo a su Maestro:
¿Hay algo que yo pueda hacer para llegar a la Iluminación?
- Tan poco, como lo que puedes hacer para que amanezca por las mañanas.
- Entonces, ¿para que valen los ejercicios espirituales que tú mismo recomiendas?
- Para estar seguro de que no estás dormido cuando el sol comience a salir.





- ¿Rezas tus oraciones cada noche? - preguntaba una abuela a su nieto.
- ¡Por supuesto! - dijo el niño
- ¿Y por las mañanas?
- No. Durante el día no tengo miedo.





HOMBRE SOLAR 
MAYO 2012